martes, 22 de septiembre de 2009

FLECHA DE LUZ

Emilio
emigalla2000@yahoo.com.ar
http://grupocanalizadores.blogspot.com.ar

La vi pasar muy cerca, a pocos metros de mí, con su figura esbelta... con su ropaje blanco inmaculado, deslizándose en un movimiento silencioso, irreal, despertando admiración con ésa... su indiferencia de reina, con la mirada puesta en el infinito...
Me quedé inmóvil... observándola, sintiendo algo así como cierta envidia de su gracia, de su liviandad, de su seguridad, de su visible determinación. “Parece una flecha...” me dije en silencio. “Una flecha de luz...”... “Se ve claramente que sabe muy bien hacia adonde va... ¿Quién pudiera conversar con ella y preguntarle por su rumbo, por su objetivo, por sus motivaciones...? Y tal vez, así aprender alguna verdad proveniente de su abierta naturaleza” continué diciéndome. Y sin saber porqué, sin razonarlo, impulsivamente... de pronto le grité:
- “Gaviota... gaviota...!”.
Ella siguió volando en su trayectoria impecable, sin prestarme atención, aunque yo sabía que me había oído. Pero claro... las gaviotas no entienden el lenguaje humano; aunque tal vez sí entiendan nuestra conducta, y así puede ser que nos conozcan mejor de lo que nosotros creemos... y por eso no se nos acercan.
Luego reaccioné; me sentí un poco tonto, ante ese impulso estúpido, impensado... miré hacia los lados, un poco con vergüenza de que alguien me hubiese visto en esa conducta infantil, un tanto irracional. No, por suerte, nadie había cerca de mí a esa hora de la mañana. Menos mal...
Se me ocurrió pensar... ¿A qué Signo responderán las gaviotas...? ¿A Sagitario? Tanto que les gusta viajar... Sagitario, Quirón, el Centauro, la flecha... el vuelo del espíritu... el Fuego superior... la necesidad de ascender... de volar... ¿Hacia adonde? ¿Hacia el Amor Supremo?...
El lago Moquehue, como un espejo, reflejaba las cumbres, el bosque, las sombras, las nubes... y yo, simplemente caminando por la orilla, observando curioso las vertientes transparentes que aparecían de la nada y desembocaban sus aguas en el lago, a veces deteniéndome y buscando en las piedritas de colores, como si entre el rompecabezas de sus mil variadas formas, pudiera acertar a encontrar respuestas, o tal vez caminos para mi propia vida, y un poco de paz para el corazón... y de ser posible, algunas explicaciones a la magia de la vida y la existencia.
- “¿Para qué me llamaste...?” alcancé a oir a pocos pasos detrás de mí. Me di vuelta y con sorpresa me encontré con la inmaculada gaviota, que había dado la vuelta al lago y sin yo oirla porque estaba ensimismado en mis pensamientos, había descendido a mis espaldas y me estaba mirando interrogante.
- “Bueno...” respondí sin poder reponerme de mi asombro... “Yo... no te llamé... o sí, te nombré maravillado al observar tu vuelo... Bueno, sí, está bien, te llamé... pero claro, nunca pensé que ibas a responderme” le dije.
- “Bien... un hombre algo indeciso, y muy sorprendido... que no sabe para qué me llamó...” dijo como para sí misma, la gaviota.
- “Lo que pasa es que nunca pensé que podía llegar a conversar con una gaviota... las gaviotas no conversan, no hablan, no contestan... ¿no?”.
- “A ver, amigo... ¿Cuántas gaviotas has visto en tu vida?” me preguntó ella.
- “¿Gaviotas...? Muchas, un montón, de distintos colores...”
- “¿Y a cuantas le has hablado?” preguntó la gaviota.
- “Bueno.... la verdad... a ninguna, que yo recuerde; solamente a vos, pero no te hablaba... sólo expresaba mi emoción de verte volar de esa forma, maravillado por tu blancura, por tu velocidad, por tu gracia...”
- “Ahá, comprendo... pero, entonces ¿Cómo sabes que las gaviotas no hablamos con las personas si nunca intentaste hablar con ninguna de nosotras?” me preguntó la gaviota un poco socarrona y muy inteligentemente.
- “Si, está bien, tienes razón....” contesté un poco avergonzado... “. Pero pasó que al verte volar tan veloz y silenciosa me pregunté... ¿Adonde irías en ese vuelo tan majestuoso, rasante, rectilíneo... tan direccionado como si tuvieras un objetivo muy definido, muy en claro...?”
- “¿Adonde ibas vos, en tu caminata?” repreguntó la gaviota, acomodándose con el pico una plumita del ala, como una coqueta artista de cine frente al espejo...
- “En realidad... a ninguna parte; simplemente estaba buscando un rinconcito de paz y además, intentando comprender algunas cosas difíciles de entender que tiene la vida...” le contesté, un poco inquieto al no saber hacia adonde iba dirigida la pregunta de la gaviota.
- “Bueno, tal vez yo tampoco iba a ninguna parte en especial... pero, a ver... ¿Alguna vez has visto volar una flecha?” dijo la gaviota.
- “Si, cuando era chico me encantaba lanzarlas y observar su trayectoria... pero a qué viene tu pregunta?”.
- “Ya vas a entender... escúchame bien... ¿En aquel momento, vos cual imaginabas que era la razón del vuelo de la flecha...?”.
- “Bueno...” contesté más seguro ahora porque estábamos pisando el terreno de la física y allí yo me sentía más firme, con los pies en la tierra: “la razón del vuelo de la flecha es sin duda, llegar a dar en el blanco”.
- “No, mi amigo... ésa es la razón humana de haber lanzado la flecha, y yo te pregunté sobre la razón desde el punto de vista de la flecha...”.
- “¿De la flecha...? no se, nunca me lo pregunté....” le contesté.
- “La flecha muere cuando se clava en el blanco... ¿Entiendes?; la vida de la flecha es el instante de viajar, cuando corta el aire en plena libertad” contestó la gaviota... y desplegando sus hermosas y blancas alas, se alzó nuevamente en el aire; dio un perfecto giro, y al volver a pasar ante mis ojos, me dijo:
- “Yo no intento descubrir la magia de la vida... por eso no me quedo en la tierra; yo levanto el vuelo... porque así, en mi libertad, yo VOY hacia la vida...”.
Y mientras yo trataba de abarcar el mensaje, la gaviota dio un último giro y se perdió como una blanca flecha de luz por sobre los árboles del bosque. Me pregunté entonces qué no sería capaz de dar yo por tan sólo poder acompañarla... y sin querer, se me llenaron los ojos de cielo y de emoción... y de pronto comprendí que mi corazón... ya estaba volando junto a ella...
Como una flecha de luz...
en medio del silencio en ese vuelo audaz,
inmaculada...
impulsada por su natural sabiduría;
con sus alas...
¿quién sabe?
agitadas en busca del amor...
de lo supremo, de la paz;
o tal vez, simplemente del cielo enamorada...
libre y feliz, directo hacia la vida...
ella va.

Emilio
Febrero de 2004

Muchas veces, el afán de llegar ansiosos a una meta soñada, nos hace que perdamos por el camino, tal vez lo más hermoso... disfrutar del paisaje. Por causa de esa ansiedad desesperada de llegar a la Luz... ¿No nos estaremos perdiendo la gloria de transitar por el Ahora?...

No hay comentarios:

Publicar un comentario